Lluvia acida
La lluvia ácida se forma cuando la humedad en
el aire se combina con los óxidos de nitrógeno, el dióxido y el trióxido de
azufre emitidos por fábricas, centrales eléctricas, calderas de calefacción y
vehículos que queman carbón o productos derivados del petróleo que contengan
azufre.
Los efectos de la lluvia ácida, en combinación
con otros agentes agresivos para el medioambiente, reduce la resistencia de los
árboles y plantas a las bajas temperaturas, la acción de insectos y las
enfermedades. Los contaminantes también pueden inhibir la capacidad árborea de
reproducirse. Algunas tierras tienen una mayor capacidad que otras para
neutralizar los ácidos. En aquellas áreas en las que la «capacidad
amortiguadora» del suelo es menor, los efectos nocivos de la lluvia ácida son
significativamente mayores.
La única forma de luchar contra la lluvia
ácida es reducir las emisiones de los contaminantes que la originan. Esto
significa disminuir el consumo de combustibles fósiles. Muchos gobiernos han
intentando frenar las emisiones mediante la limpieza de chimeneas industriales
y la promoción de combustibles alternativos. Estos esfuerzos han obtenido
resultados ambivalentes. Si pudiéramos detener la lluvia ácida hoy mismo,
tendrían que transcurrir muchos años para que los terribles efectos que ésta
genera desaparecieran.
El hombre puede prevenir la lluvia ácida mediante el ahorro de energía. Mientras menos electricidad se consuma en los hogares, menos químicos emitirán las centrales. Los automóviles también consumen ingentes cantidades de combustible fósil, por lo que los motoristas pueden reducir las emisiones nocivas al usar el transporte público, vehículos con alta ocupación, bicicletas o caminar siempre que sea posible.
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